La sensibilidad química múltiple (SQM), conocida también como intolerancia ambiental idiopática,1 es un síndrome crónico de etiología y patogenia desconocidas, por el que el paciente experimenta una gran variedad de síntomas recurrentes, que implican a varios órganos y sistemas, relacionados con la exposición a diversas sustancias en muy bajas dosis (a concentraciones menores de las que se consideran capaces de causar efectos adversos en la población general), tales como productos químicos ambientales o alimentos.2 El estado del paciente puede mejorar cuando los supuestos agentes causantes son eliminados o se evita la exposición a ellos.3 Se trata de un proceso que se desarrolla de manera solapada y progresiva, y que afecta principalmente a mujeres de mediana edad. Suele acompañarse también de intolerancias alimentarias, farmacológicas y de otro tipo. Con frecuencia cursa con enfermedades asociadas, especialmente el síndrome de fatiga crónica (SFC).1
Los estudios realizados hasta la fecha sugieren un posible origen multifactorial de la SQM; en el desarrollo de la enfermedad, parecen estar implicados diversos mecanismos de toxicidad, órganos y sistemas a nivel molecular, bioquímico, fisiológico y estructural. Es muy probable que el sistema nervioso central (SNC), el sistema inmunológico y el sistema endocrino participen en la respuesta toxicológica que se observa en el desarrollo de la SQM, mediante alteraciones en los mecanismos de interregulación existentes en estos sistemas.3
Actualmente, no existen estudios concluyentes que atribuyan el origen de la SQM a factores genéticos, ni tampoco se dispone de pruebas concluyentes que sitúen su origen en factores psicológicos y/o psiquiátricos. A medida que se avanza en el conocimiento de la SQM, predominan los estudios que orientan la investigación hacia un origen orgánico tóxico y disminuye el número de trabajos que hacen referencia a una causa psicopatológica.3
El diagnóstico de la SQM es clínico, y se basa en la presencia de síntomas (percepciones subjetivas del paciente) y/o signos clínicos (manifestaciones objetivas, observadas en la exploración médica). Estos últimos pueden estar presentes o no y ser muy diversos, tales como eritema, ronquera, taquicardias, arritmia, descoordinación motora, trastornos del habla, etc.3 Los desencadenantes más comunes son los perfumes, los productos de limpieza, el gluten, el maíz, la caseína, la soja y el glutamato monosódico.2
Debido a los problemas que se plantean en cuanto a la definición, diagnóstico y tratamiento de la SQM, actualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS) no contempla a la SQM como una entidad nosológica con un código específico en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10),3 y tampoco la Asociación Médica Estadounidense (AMA), la Academia Americana de Alergias e Inmunología, el Colegio Americano de Medicina y la Sociedad Internacional Reguladora de Toxicología y Farmacología.4
No obstante, la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Americana del Pulmón, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de los Estados Unidos exponen que las quejas de los pacientes referentes a la SQM no deben ser descartadas y atribuidas a un origen psicológico, sino que es esencial un examen médico minucioso.5
Austria y Alemania han incluido el término sensibilidad química múltiple en su Índice Alfabético; sin embargo, el código de la CIE-10 sigue siendo el T78.4 “alergia no especificada”. Esto quiere decir que cuando se realice una búsqueda por el código 78.4, el resultado no será únicamente la SQM, sino también las alergias, reacciones de hipersensibilidad, etc., que están incluidas en dicho código. Japón ha incluido el literal de la SQM dentro del código T65.9 de la CIE-10, que se refiere a “efectos tóxicos de sustancias no específicas”.3
En septiembre de 2014, el Ministerio de Salud de España codificó la enfermedad en su versión de la clasificación internacional de enfermedades CIE-9-MC (CIE-9 modificación clínica) dentro del grupo de «alergias no específicas» (código 995.3).67
Se han propuesto muchos nombres alternativos para esta patología: enfermedad ambiental, enfermedad del siglo XX, síndrome de respuesta a las sustancias químicas, síndrome de alergia total, pérdida de tolerancia inducida por químicos e hipersensibilidad química. Aunque es una patología de la que se habla especialmente a partir de finales de la década de 2000, sus orígenes se remontan a mediados del siglo XX.
Fuente Wikipedia